lunes, 24 de junio de 2013

Juan Pablo Cafiero, a propósito de la declaración de Abdala como miembro Honorario de la U.N.L.P

Publicamos una nota que nos envía Juan Pablo Cafiero respecto de la designación de nuestro compañero Germán Abdala como miembro honorario de la UNLP:

Me conmueve la decisión que han tomado declarando a Germán como Miembro Honorario de la UNLP. Creo que el Arq. Fernando Tauber y Adolfo Aguirre han tenido una muy buena iniciativa. Todo me ha llegado por el Dr. Daniel Godoy. Seguramente será de la partida Luis Franganillo. Son todos grandes amigos, a los que conozco y los quiero como compañeros de siempre, y a los que menos conozco, pero por este sólo hecho me siento como amigos y compañeros de toda una vida. Así fue Germán, y así es ahora, un compañero que nos une. Su nítido recuerdo nos llama a ser coherentes, y cuando ese recuerdo se nos diluye es justamente cuando empezamos a hacer macanas. Allí Germán es la memoria que nos dice tantas cosas. Tal vez esas charlas con el mate. Interminables, miles de escenarios posibles, muchas hipótesis, tantas líneas de trabajo. Pero en el fondo subyacían las ganas de estar al lado de alguien merecedor del tiempo que uno le dedicaba al otro. Pero no es cuestión de cargar todo en él, las memorias tienen un punto de cambio en la vida. Cuando Germán murió dejó sus memorias para sus compañeros, pero desde que no tenemos su palabra de guía, nos manejamos solos, en el campo de nuestra conciencia y responsabilidad. No estamos acá o allá por que fuimos compañeros de Germán. Estamos porque decidimos estar. Y los ejemplos nos bastan para mirarnos entre los compañeros y saber qué hemos hecho del testimonio de Germán. Pero, como con otros grandes luchadores, no los invoquemos para justificar nuestros últimos actos, porque arruinamos la verdad de sus vidas en nuestros grandes o pequeños, aciertos o errores.



Germán el trabajador. Incansable luchador por sus compañeros obreros y empleados. Eran sus hermanos, sus hijos. Pocas veces se ve a alguien tan decidido, osado, de bella imprudencia, a la hora de defender esa masa que Germán imaginaba marchando por grandes sueños. Ese afiche que tenía en sus espaldas con la imagen del 17 de octubre con el perfil de Evita arengando. El cenicero enfundado con el retrato del “Che Guevara” de donde salía un humo interminable de los puchos de todos los que se sentaban en su mesa, para escuchar sus palabras. A mi no me gusta el tabaco. Pero parecía que después de horas de respirar el humo, de inspirar ideas alucinantes, de corregir alguna cosa, se había creado una atmósfera de incienso sagrado y revolucionario. Ese cáncer que vino a marcar un antes no suficientemente aprovechado. Ese bastón que llegó para anticiparnos que la cosa no venía bien. El viaje lejano con Marcela a la clínica, para traer esperanzas a los amigos y a la familia. Otra vez ese recuerdo nítido de quien va perdiendo la vida mientras va ganado fe genuina hecha carne en el testimonio de miles que lo ven irse pero dejando una huella enorme. Empieza a nacer el irreemplazable. Germán Abdala desmiente categóricamente eso de que el cementerio está lleno de imprescindibles. Si fuera así, dónde están nuestros mártires? Para mi, el cáncer lo cambia a Germán. Quiere todo más rápido. Más hechos de todos nosotros. Nos pide un juramento: si pierdo en esta batalla, que trasciendan las ideas!!!. Su humanidad reflejaba ese sueño de que la vida no le dejaba terminar de ver planteada bien las discusiones pendientes. Cuales serían: el sindicato, la política, la familia? No tengo una respuesta a ello. Lo he pensado mucho tiempo. Acaso un revolucionario no puede permitirse vivir la angustia de no saber con precisión que será de la vida de los suyos después de su muerte? Marcela y los chicos no pueden quedar a la intemperie. Todos estos compañeros que me vienen a saludar a la calle Venezuela, se harán cargo de algo que es mi propio cuerpo y herencia de mi vida? 


Ciertamente la medicación lo tumbaba y perdía la meticulosidad día a día, pero lo atribulaba eso que todos tenemos en nuestra simple condición humana: no saber que pasará después. Las enfermedades largas provocan en la agonía sin tiempo un malestar sembrado por la incertidumbre. Como decimos: un duelo en vida. La bronca de que te venga una enfermedad cuando apenas estas empezando a comprender qué significa la vida y cuánto queda por hacer para que la vida de los otros, tus compañeros, tus obreros, acepten que la huella tuya no es un rastro más, es toda la fuerza de tu alma puesta por una causa.




Quién tiene la vara? Germán “es” la vara para medirnos. Mide alto, muchos ya no podremos nunca estar a la altura de esa medida. Tenemos el orgullo de haber conocido a alguien que dio bien alto. Uno de nosotros que fue por todo lo que fuera justo y decisivo. Por eso el Chacho lo bautizó “el mejor de todos”. Y Víctor con el premio “Germán compañero”, buscó hacer más imborrable, indeleble, más firme el paso de su amigo.



Germán no se fue de la vida hecho un amigo de todos, y con todas sus cuentas al día. No puede morir así quien no era un neutro, un débil de carácter o un pávido. Un luchador deja planteado el debate, los dilemas queda abiertos sin resolver, y estos tienen nombre y apellido, porque la lucha en la vida se personaliza, y Germán quedó en un lugar que es bueno para la lucha pero incómodo para el poder. 

Finalmente, mi recuerdo de la ternura de Germán. Fue extraordinaria. Es cierto que nos engañaba un poco con este costado. Se enojaba, le daban rabia algunas cosas, pero al final era apacible. Lo vendía esa sonrisa que no podía evitar al mismo tiempo que ponía las cejas en posición de furia. Sobre todo si tenía la bombilla del mate en la boca. Ahí se vendía solo. 

Que tipo bárbaro, cuánto lo extraño!

Juampi Cafiero.






Este jueves 27 de junio se realiza el acto de reconocimiento a 
Germán Abdala como miembro honorario de la UNLP a las 16 hs, 
en el Patio de la Presidencia, calle 7 nº 776 La Plata.